La casa de agua

La casa de agua

estoy para ir lejos, lejos espero tener un buen día dondequiera.
Estoy corriendo lejos, lejos espero de tener una
hermosa noche no obstante. (Canto de tribus Papago)

La última barca se ha ido a quebrarse contra los arrecifes oscuras, a orillas del mar, en un mañana que se confunde en el tiempo. En ella había depositado los últimos mis sueños infantiles y esperaba de verla desaparecer más allá del horizonte, y en su lugar las ondas... Se caian una sobre la otra palabras que sabían de revolución, pero ninguna... Nadie había, sin embargo, el coraje, la fuerza y la organización para pasar de las palabras a los hechos.
– Entonces tomaré yo la situación en la mano.
La mirada de mi madre dejaba mi padre y se posava terrible sobre mi rostro perdido.
– No quiero ripetertelo otra vez: basta jugar con estas estúpidas barquitas de madera. Tienes ya ocho años y sería tiempo que tu empezes ad ajudar en casa y a cuidar a tus hermanos más pequeños. Me EXPLICO?
Las decenas de barcos que me quedaban, ahora, sólo una consiguió escapar de la ira de mi madre porque enterrada bajo la arena.

Yo había llorado en ver las llamas comerse avidamente mis sueños. Pero aún más había sufrido en ver los últimos mis sueños naufragar antes de salir por el mar abierto. Mi padre atrajo en sus grandes manos estas últimas mis lágrimas y, creo que, si hubiera podido las habría sembradas en su corazón, pero la brisa de la madrugada se las llevó vía junto a la arena y a mis cabellos y a sus palabras de consuelo, y todo se confundieron con el aire, antes... Con el tiempo, después. Inmortal seguirá siendo, sin embargo, esta nuestra imagen: él que me apreta fuerte a sí mismo, y yo, que llorando, continuo a repetir:
– Porque lo ha hecho! No debía hacerlo!

... CONTINUA... Proximamente!!!